Perfumados por el mágico olor
de los sudorosos árboles del bosque,
atrapados por esa noche de brisa tropical,
nos entregamos en un beso casi eterno,
por no querer separarnos, por desear y soñar
que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo
hasta el amanecer, hasta el fin de nuestro tiempo.
Indescriptible momento de espectáculo celeste,
envueltos por un sin fin de estrellas, de ideas,
creando nuevas ilusiones, iluminados caminos,
de amor infinito, de encendidos deseos, de viejos olvidos.
Atrapados quedamos, aquí estamos, así seguimos!
No sé cómo soy…
No soy tan dócil como la hiedra,...
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